Chinoiseries T.Lautrec

El arte oriental vio su entrada a occidente gracias al artista Henri de Toulouse Lautrec, el cual se encargó de incorporar características del arte chino y japonés en sus obras. Estas se aprecian, en algunas obras, como pequeños detalles, pero en otras, en cambio, son la esencia de la pintura de Lautrec. Este último estilo artístico era conocido en París como Chinoiseries.


Una de las pinturas de Chinoiseries más destacada es La Payasa Cha-U-Kao, de 1895. Se retrata a una bailarina, cuyo nombre proviene de la transcripción fonética japonesa de los términos franceses chaut, que significa jaleo y caos, que provocaba la bailarina al entrar en el escenario. La obra pertenece al mundo del espectáculo del París de finales del siglo XIX.


El autor nos proporciona aquí una visión más privada del personaje, pues aparece retratada en su camerino. La bailarina está atando el collarín que constituye su atuendo de escena. La importancia de este se realza todavía más con el tupé blanco de la payasa. Delante de ella aparece un espejo, donde se refleja el rostro de un señor, probablemente un cliente o un admirador suyo. Toulouse Lautrec cubrió el cuadro con una serie de pinceladas nerviosas de colores chillones (los muros verdes, el rojo del sofa). El insólito enfoque hace juego con la trivialidad de la obra. 

Esta obra es un préstamo del Muesée d'Orsay al Kanji Museum of Art, para completar la exposición temporal basada en Toulouse-Lautrec.

La Danse Mauserque, del año 1895 nuevamente hace referencia al estilo artístico oriental. Lautrec impregna su obra con características de este arte, como se puede apreciar en esta obra. Lo más destacable son los dos personajes del fondo, con rasgos orientales. En primer lugar, el detalle de su ropa, pues la mujer lleva unos pantalones anchos y transparentes, un gorro del mismo material y, sobre todo destaca en ella la joyería típica de la India (pendientes bracaletes, pulseras de oro). En cuanto al hombre, de piel morena, viste el famoso pañuelo indio en la cabeza. Asimismo, los colores delatan los rasgos orientales, acentuando el color ocre y el rojo.




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